lunes, 31 de agosto de 2009


Igual que los caídos, te vestís con piel de oveja. Tenés las manos ensangrentadas de tanto cortar piel y extraer enfermedades imaginarias. Saliste de un mundo místico, rústico, igualitario, comunitario, solidario. Si los consumidores están de acuerdo, procedemos con la producción final. Por favor, firmemos el presupuesto. El camión de la mudanza espera en la puerta y todavía no termino de empacar. Hoy es día de pago.

viernes, 21 de agosto de 2009


Tu y yo siempre supimos la verdad. No fue por culpa de tus padres o por culpa de nuestros pecados, siempre fue para romper con las cansadas obsesiones, sus absurdas tradiciones y para terminar con su irreconciliable rencor. Bye bye iPhone.

lunes, 3 de agosto de 2009

Me muero de hambre (Por favor, deje su nombre y un mensaje VI)


A ella le encanta ser fresa y aunque es dulce de nacimiento, lo paradójico es que odia con amargura todo lo que huele a azúcar. Siempre prefirió comer light, ante todo cuando la nutricionista le explicó que por constitución y herencia, nunca podrá ser el palillo que vio en la tele, musa de sus mil desvelos, modelo de la decadencia, mal de siglo veinte, espejismo de belleza, atribulada por la ansiedad y la obsesión. Ante todo la figura, pensó. Nada se puede comparar con ser el centro de la atención. Cueste lo que cueste. 

El día empezó normal, un nutritivo desayuno a base de agua y mucha fuerza de voluntad para aguantar el ayuno. La mañana se le pasó volando y el vaso de agua también. El dolor de estómago le recordó sin ningún tipo de consideración, que su estómago llevaba ya muchas horas vacío, pero las amigas se encargaron de reforzarle la imperiosa necesidad de aguantar. La hora del almuerzo se le pasó en blanco. Cuando dieron las cinco, salió literalmente a la carrera para hacer su religiosa hora en el gimnasio. Sudar, sudar, sudar, quemar calorías al extremo y hacerse la loca al sentir que el dolor de panza, el hambre siempre la pone de malas pulgas, pero otro vaso de agua siempre ayuda para lograr por un rato la sensación de saciedad y estómago lleno, de pura agua, corazón contento, de pura vanidad.

Esa noche se acostó sin cenar. La rutina ya se la sabe de memoria:

- Si madre, ya cené, me comí un atún (mentira, abrió la lata, para hacer el mate y la tiró a la basura).  Se acostó super enchamarrada, para sudar todo lo posible en la noche. Cuando se despertó en la madrugada, nunca se imaginó que el frío, era producto de la ulcera sangrante y la visita de la muerte. Sobre la mesa de noche, una Biblia abierta en el pasaje de la última cena, le recordó que se durmió eternamente con el estómago vacío.